En mi lánguido otoño busqué
y andando por ahí fui descubriendo,
descubrí que las flores adornan otra mesa
que la melodía suena en otro salón
que el verbo acaricia otros oídos,
que la chispa enciende otra hoguera.
descubrí que mi mano va aferrada a la nada
que mis ojos no son pájaros posados en algún sitio
que mi beso no encontró una boca
que mi abrazo no encontró un cuerpo
que mi lengua de azúcar enmudeció.
Buscando descubrí que el numen ya no existe
que la musa anda equivocada en su Parnaso
que el céfiro no acaricia como cuando es octubre.
Y en mi frío otoño en que me vuelvo tarde gris
me encontré andando sola.
No hay preguntas, ya que no hay respuestas
solo sueño desvanecido; como humo en el aire,
como sal en el agua, no hay dolor...
Nunca estuve ahí, no fui, no soy, ni seré.
y en este abril tan octubre en que la primavera
apunta hacia otros horizontes
y donde el ave imita el canto de las sirenas;
. . . me despido
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