sábado, 1 de febrero de 2014

Del ayer . . .



El niño juega con su balón en el parque  cerca de la muchacha que lee un libro, de cuando en vez la pelota se escapa y va  a parar a los pies de la joven mujer. A los  9 años el niño solo quiere jugar y divertirse, a los   25  la mujer solo quiere instruirse y atiborrarse de lecturas actuales.
De cuando en vez la mujer  suspende la lectura para lanzar el balón  y advertirle al niño que tenga cuidado.
El chiquillo sonríe con gracia cada vez que aquella le devuelve el balón,  a ella le causa ternura aquel niño de mejillas sonrosadas. .  .
-       ¿Te puedo dar un beso? .- le dice con su vocecita inocente
-       ¡Claro mi amor! Si puedes .- el niño se acerca, le da un beso en la mejilla ruborizándose en  su edad.
-       ¿Me esperas a que crezca? Quiero casarme contigo
La mujer sonríe de la ocurrencia, le aprieta las mejillas y lo envía tras el balón que acaba de lanzar.
-       Ve querido, sigue jugando, lo que dices es imposible, cuando tu crezcas yo estaré muy vieja.
El niño corre tras su juguete, como tras de la vida y se olvida de lo que acaba de pedir. La mujer guarda su libro y se va a casa desojando primaveras, secando inviernos, sudando veranos y arrastrando otoños.

El joven de veinticinco años, sentado en la banca del parque lee un libro, de cuando en vez suspira y hace un alto en la lectura, cierra de golpe el libro y se levanta de repente, asustando a la señora que va pasando y haciendo que se le caiga al piso  la agenda que lleva en sus manos, desparramándose algunos papeles donde se distinguen apuntes. Nervioso ayuda recoger lo que se ha caído, se disculpa estrechando la mano de la dama, ella le sonríe y le hace saber que no ha pasado nada. Se despiden, él le da un beso en la mejilla experimentando un dejá vu, la ve extrañado pero la deja ir sin decir nada...




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