Un día la pluma se agitó en la mano y las ideas en la cabeza
las letras se arrojaron a voluntad sobre el albo papel
dejando exquisitas musas tendidas al sol de la blancura
de un poema o de un relato.
La niña de once abriles y mirada triste
había descubierto el arte de tejer letras
a partir de una verde mirada,
y formar así; sublimes, delicadas y arreboladas obras
llenas de candor, misticismo y éxtasis.
La visita de Erato fue imprescindible
a partir de aquel momento
la soledad le habría de ayudar
y acompañar oda la vida.
Desde aquella crisolada infancia
hasta la penumbra de la edad presente
los númenes ocupan espacio vital
en la casa sin puertas ni ventanas
de quien lucha por sobrevivir agónicamente
en su mágico rincón mientras crea y crea.
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