La
voz a través de la línea sonó como un beso lejano
lanzado
a sus sordos oídos, es la misma, no ha
crecido,
y
aunque prefiere el ronco tambor de lo cotidiano;
la
suavidad del fónico terciopelo atrapado en la garganta amada,
la enloquece.
Muchacho
travieso rió haciendo bromas al ego,
ella
prometió dar golpes a su falta de tacto y sensibilidad,
él
le dijo: -cuidado, si los golpes son caricias se quedan en la intención.
Ella
Ansía el día de la reunión, donde se
promete trato real
a
una reina despojada de lo suyo,
un
viaje al pasado y la reconstrucción de los hechos olvidados.
Él
busca de la compañía; la firmeza inexistente, la breve y cósmica cintura,
la
fuente venusina; esa que alguna vez dio vida
y
que ahora es víctima del implacable paso del tiempo
y
aunque se logre recoger la semilla perdida por el descuido diario,
con trabajo; difícil es recuperar lo perdido.
¿Y
que espera el lado femenino?
Solo
verle, tocarle, hablarle, cantarle, entregarle lo que siempre fue suyo,
y
que en un viaje por la vida; dejó
olvidado dentro de una maleta de sueños,
sueños
que se vislumbran cansados y atados a una veintena de lunas
que
cuentan una historia triste, la misma que la mandó al infrahumano mundo.
Y
la espera del te quiero golpea duro el interior y muerde la paciencia
y muere
de impaciencia, es tanta la locura; que quiere tenerle cerca
para
destrozar su pecho con la misma daga que él; dejó enterrada en el suyo.
Deberá
dejarle la incógnita de lo insospechado
para que sea esa misma;
la
que lo transporte al pasado.
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